C e r t e z a
Si logro mantener dividida la atención entre mi entorno y la sensación de mi puño, en algún momento lograré despertar. Lo vengo intentando por 2 meses. Ahora voy de pie. Apreto el puño. Atiendo al entorno, pero pierdo el puño. El ómnibus va repleto, serpenteando por las Colinas de Butantá, el centro ruidoso de Largo de Pinheiros y luego el laberinto de los Jardins. Vuelvo a atender al puño. El calor se hace más intenso a medida que nos aproximamos al centro. Un travesti de blusa morada sumido en una revista de comics. Chico Buarque canta desde el fondo, sin lograr aliviar el bochorno. La señora en el asiento al lado de la ventanilla, la mirada perdida en la lejanía, un dejo de tristeza. La blusa la sofoca un poco, y la faja le comienza a irritar la cintura. Quisiéramos subirla un poco para aliviar la picazón pero nos da vergüenza. Tratamos de pensar en otra cosa. ¿Tratamos?... Pero ¿que es esto? Qué esta ocurriendo? Pasra sacudirme a la señora de la ventanilla, miro de reojo al hombre flaco parado a mi lado, con un traje gris. Está lejos, pensamos que hay que volver al presente ya que en unas pocas cuadras viene nuestra parada. Un giro a la izquierda nos hace perder el equilibrio y por un momento tenemos que afirmarnos en el señor de edad sentado al lado del pasillo. A él no le importa, y sigue escuchando la lejana canción que emanaba de la parte de atrás del ómnibus.
A moça triste que vivia calada sorriu,
a rosa triste que vivia fechada se abriu
Qué esta ocurriendo? Puedo estar yo realmente dentro de toda esa gente? Es extraño, es maravilloso…la cabeza me da vueltas… me dejo ir.
O velho fraco se esqueceu do cansaço e pensou
Que ainda era moço pra sair no terraço e dançou
Respiro hondo, algo sonríe dentro de mí, no sabiendo. A la distancia el horizonte se va perdiendo entre cerros y edificios. Arriba de una colina un edificio muy alto palpita suavemente. Un hormigueo lo recorre – me recorre, tanta vida, un concierto de emociones entrelazándose en un solo instante.
A moça feia debruçou na janela
Pensando que a banda tocava pra ela
¡Estoy vivo! Estoy vivo! He despertado! Y al repetirme esto, me río y al darme cuenta, trato de entender, y al tratar de entender hago comparaciones y al hacer comparaciones algo se descuelga. La música ya no me embriaga, y en dos cuadras me tengo que bajar. La señora de la ventana ya está lejos y el del terno gris ya se bajó. Estoy de vuelta.
Mas para meu desencanto O que era doce acabou
Tudo tomou seu lugar Depois que a banda passou
Viaducto do Chá. Atravieso el puente, hacia la Rua Direita. El calor sofocante matizado de olores, maracujá, mamau, frituras. Con esfuerzo avanzo a duras penas entre la multitud de vendedores ambulantes, músicos, leprosos y mendigos que estiran la mano, pidiendo sin pedir. Una mujer gorda de azul intenso me mira pasar, se arregla el sombrero y me guiña un ojo. En un ataque de risa doy un salto hacia adelante, casi una pirueta y me sorprendo haciendo una serie de círculos con mis brazos y manos.